Kalikrates el Ciniko / La Vallina
Hace a?os que adorno mi cuello con un colmillo de perro, o de ciniko que dir?an en la antigua Grecia, colgado de una cadena de plata, suave y marfile?o, agudo. Hay d?as que me levanto con ?l dispuesto a la dentellada, o como decimos por aqu?, "cabr?n", otros d?as mi coraz?n se despierta tonto, feliz, cuanto os quiero a casi todos, hasta que la realidad me da una bofetada cari?osa, dici?ndome que no te enteras primaveras qu?tate las lega?as y abre los ojos.
Jean Charles Menezes, brasile?o, electricista, 27 tacos, un tipo que vest?a "raro" y que no tuvo otra ocurrencia que correr cuando deb?a haberse quedado quieto, aunque puede que el final hubiese sido lo mismo, pues cuando los asesinos tienen ganas de matar da igual lo que hagas, como vistas y a quien reces o votes. Golpeado en la cabeza y arrojado al suelo, despu?s cinco plomos disparados a quemarropa, angelitos al cielo y aqu? paz y despu?s gloria. Cuanto sentimos este lamentable error.
Los extremistas isl?micos lo est?n consiguiendo, lo del terror digo, primero con los explosivos, y ahora con nuestra polic?a. Dentro de poco ya no necesitaran suicidas que nos pongan bombas debajo del culo, pues habr?n convertido nuestros estados democr?ticos en estados policiales donde los guardianes de la ley y el orden te asesinen por no vestir lo ultimo en moda de verano dise?ado por Puchino Benettone o cualquier otro cagabandurrias, o porque salgas corriendo pues el miedo a no sabes que, o tal vez si, te haga mover las piernas en vez de quedarte quieto. Primero disparar, ya preguntar?n despu?s. Pero con cinco tiros en el cuerpo no creo que nadie est? para responder preguntas ni otras murgas.
Esta vez no habr? manifestaciones multitudinarias condenando lo que es una de las formas m?s viles de matar. Esta vez no habr? intelectuales de izquierdas ni oeneg?s poniendo el grito justiciero en el cielo, los de derecha seguir?n en su sitio, y el obispo anglicano de turno con el rostro contrito entonara un "ego te absolvo pecador de la pradera". Y en nuestra cobard?a silenciosa pensamos que bueno, que una baja inocente en aras de la seguridad colectiva son cosas que pasan. Hasta que un d?a, con la cabeza puesta en la hipoteca, o la guarder?a de los ni?os, o lo que subi? la compra y lo estancados que esta los sueldos, o cualquiera de esas cosas que solo nos preocupan a los ciudadanos d a pie no escuchamos el alto que nos dan nuestros guardianes verdugos, y nos encontramos golpeados en el suelo, ji?ando los pantalones porque ya sabemos lo que va a suceder, pues ya lo vimos y permitimos cuando era un algo lejano que solo les suced?a a otros.
Est?n consiguiendo su objetivo, y no me refiero solamente a los terroristas isl?micos.
Virgencita virgencita, que me quede como estoy.